Ayudarnos. Escuchar. Realmente escuchar. Pensar en cómo elevar el ki. Los medicamentos me atemorizan porque me hacen sentir como si nada fuera a maravillarme de nuevo, pero ha decir verdad, es algo que me pasa desde antes. Como si los ecualizadores de mis emociones sólo funcionan en los medios aunque pase añorando los agudos metálicos y los graves oscuros. Quiero volver a sentir. Veo mi vida y toda la autocompasión que me he tenido. Desear no tener la vida que tuve a estas alturas es no reconocer mi resiliencia y botar al suelo lo que he logrado. Apalabrar me es más sencillo que integrar, pero la convivencia con el resto se me vuelve a veces imposible no importa cuánto nombre mis amuletos. Los grupos, las masas, lo gremios abanderados de las verdades. Es el mismo miedo: ser aplastada para sobrevivir al hecho de que todxs somos iguales sin importar las distancias impuestas por los capacitismos, la racialización, el género, la aporofobia, la mononorma, la ciudadanía obligatoria.
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