Pequeño espacio o cuenco para almacenar imágenes

Estoy sentada escribiendo frente a la pantalla,
digitando algo que afirma que escribo.

No menciono sobre qué o con qué propósito.
Sólo escribo.

Por la automatización, en mi escritura aparecerán palabras nuevas:
hornacina-ludibrio-óbice-inane-exangüe

Miento. No es la automatización. 
Es el internet y la necesidad de pensar en cosas que me superan. 

Pero tengo a García en la cabeza
y Borges a Schopenhauer
nadie puede salirse de sí mismo.  

Me quedo sin honestidad y rebusco posibilidades.
De eso se trata al final.
Robar.
Aceptar que ninguna idea propia es buena
y que el universo está en otro lugar que no soy yo;
que no sé escribir como García
y que vos lees muy poco.

¿Entonces?

Habrá que consolarse con pequeños poemas que dicen que sufro.
Porque sufro,
(obvio, para eso son los pequeños poemas)
sufro y no sé porqué y a nadie le importa y a mí tampoco, porque escribo pequeños poemas.


Y miento. No sufro nada. Imagino que sufro. Me obligo a creer que sufro.

Si la gente sospechara que soy feliz
me obligarían a salir de la tristeza
y ¿qué alegría es posible así?

Porque tengo a García en la cabeza
Cuando se muera mi madre, se va a morir mi memoria
(Rodrigo no sabe que el hígado ya le explotó)
y recuerdo que hace dos noches me contaste que cogiste con tu ex
pero que no pasa nada, que fue sólo sexo,
que hablaron bien, como gente madura; 
que ya aprendieron a no hacer ni hacerse daño.

Ha de ser mi madre muerta pero no puedo recordar el tiempo en que estas cosas me dolían.

Podía llorar, mandar a todos a la mierda
y hacer escenas en la calle 
mientras le gritaba a algún hijodeputa que estoy dando algo que no me doy a mí misma;
porque estoy incompleta y educada por la escasez y el heteropatriarcado y sí, sí, sí, ajá, ajá.

¿Cuántas formas hay de abrirle el corazón a las cosas?
Las olvidé.
Yo quería olvidar.
Pero soy feliz y vos estás feliz porque amar es una cosa grande y caliente
(como un terranova o un tumor)
y me provoca querer salirme de mí,
porque no hay dicha posible en medio de lo que no soy todavía;
porque tengo a García en la cabeza y

¡Eres ciego y no puedes hablar honestamente ni siquiera de eso!

y

Estoy hasta el culo de las experiencias

De las mías, pero sobre todo de las tuyas
tan innecesarias, tan ruidosas, tan tuyas pero compartidas como si fueran el festín de mis
te lo dije, Fabiola.

Pero escribo,
o por eso digo que escribo;
para que sepas que estoy sublimando el miedo
y que mientras yo tengo a García en la cabeza
y todo me revienta de ansiedad,
yo digo que escribo y te dedico canciones para que te quedes tranquilo entre mis brazos.




Cristina Peri Rossi 
(Montevideo, Uruguay, 1941)





Comentarios

Entradas populares de este blog

Heyoka Disca

Tantas veces me mataron

Internación. Día 1